Los Cervantes del Mentidero.
- lmmoll
- 30 jul 2016
- 4 Min. de lectura
CERVANTES Y LOS ESTADOS UNIDOS
Luis Alberto Ambroggio
Academia Norteamericana de la Lengua Española
Si en la aproximación de Azorín sobre “la ruta de Don Quijote” no aparecen los Estados Unidos hay una omisión causada por la mancha que debe ser subsanada, sobre todo en el contexto de la importantísima efemérides de este año en el mundo literario, el 400 aniversario de la muerte de los íconos de la literatura universal Miguel de Cervantes Saavedra y de William Shakespeare.

Fascina recorrer la conocida errancia física y profesional del genio universal Cervantes quien, a partir de una infancia de miseria, en 1569 fue condenado en Madrid a arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal Antonio de Segura, moviéndose ese mismo año a Roma para actuar de asistente de un cardinal y en 1571 se enlista en la marina española, navega en la goleta La Marquesa y Sol, participando en la batalla de Lepanto, donde es herido. Sigue su carrera militar que se ve truncada al ser capturado por los Otomanos y llevado prisionero a Algelia donde permanece desde 1575 hasta 1580. Al ser negociado su cautiverio y liberado en 1580, además de publicar su novela La Galatea (1585), se desempeña en unos empleos interesantísimos como Agente de Compra o comisario para la Armada Española y recaudador de impuestos para la Corona, parando nuevamente en la cárcel de Sevilla por el alegato de ciertas irregularidades en sus cuentas y otras afrentas públicas. Ya de nuevo en su carrera literaria, goza en Valladolid en el 1605, el éxito que tuvo la edición de la primera parte del Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicado en Madrid, a donde regresa a vivir en 1607 hasta su muerte en el 1616, cultivando la escritura y su fama con las publicaciones de las Novelas ejemplares (1613), Viaje al Parnaso ( 1614), las Ocho comedias y ocho entremeses y la segunda parte del Don Quijote (1615). Luego póstumante aperecieron Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617), su última obra. Errancia también afectiva al casarse con Catalina de Salazar y Palacios in 1584, pero involucrase en un affair con la actriz Ana Franca de Rojas, con quien tiene su única hija, Isabel de Saavedra. Ya antes incluso, había poetizado que durante su paso por Sicilia y en Nápoles en los años 1573 y 1574, mantuvo relaciones amorosas con una joven a quien llamó “Silena” y de la que tuvo un hijo, “Promontorio”.

Y llega a los Estados Unidos, ni más ni menos que con el fundador de este nuevo país, Thomas Jefferson, quien aprende español de la mano de Cervantes y su Don Quijote. Pero además, obliga a sus hijas, Mary y Martha a llevarlo a cabo, leyendo diez páginas del Don Quijote diariamente. De hecho su insistencia se encuentra continuamente en las cartas a su hija Mary. Ella en un momento dado le contesta informándole sobre su progreso en la lectura de Don Quijote y, al acabarlo, sobre su intención de empezar a leer el Lazarillo de Tormes (La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades), considerado durante la Inquisición de contenido herético pero que inicia en España el género de la novela picaresca. Luego, con humor de abuelo, con motivo de haber dado a luz Martha (su hija mayor) a una niña (Anne Cary Randolph), Jefferson le escribe una carta a Mary el 16 de Febrero de 1791 diciéndole : “Espero que le prestes mucha atención a tu sobrina y le empieces desde ya a dar lecciones de clavicordio, de español, etc.”. No sólo con sus hijas sino con otros parientes, allegados e incluso posibles candidatos políticos, Thomas Jefferson –siempre con Cervantes y su Don Quijote en mente- les insistía, como en la carta que Thomas Jefferson le envió desde París el 10 de agosto de 1787 a su sobrino Peter Carr: “Español. Préstale mucha atención y procura adquirir un conocimiento exacto del mismo. Nuestras relaciones venideras con España y la América hispánica harán que la adquisición de este idioma sea muy valiosa. La historia antigua de esa parte de América también se ha escrito en ese idioma…”
Los que lo conocían sabían de este aprecio por la obra maestra de Cervantes, de allí que, por ejemplo, a mediados de los 90’s (1790), Jefferson recibió de regalo de William Short una nueva edición del Don Quijote de la Mancha, realizada por la Real Academia Española fundada en 1713 y constituida legalmente en 1714 por Felipe V. Un dato que me emociona doblemente, primero por tener el honor de pertenecer a la misma academia y segundo por relacionarse con la misión y objetivos de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, cuya Delegación en Washington presido, y que Jefferson, sin dudas, apoyaría entusiásticamente en la actualidad, como lo haría con Te Cervantes Asociation of America y los Institutos Cervantes de Nueva York, Harvard University, Nuevo Méjico y otros lugares a lo largo de Estados Unidos.
Aquí está Cervantes, el autor más leído de todos los tiempos, en su errancia y peripecia insospechada a través de su novela emblemática e inmortal, el Don Quijote de la Mancha. (Es curioso que Jorge Luis Borges la haya leído por primera vez en inglés y que incluso, no sé si es ficción o no, prefiriese la versión inglesa a la española). Borges es Borges, como Cervantes es Cervantes, y Jefferson, Jefferson; todos unidos en su genialidad, patrimonio de la humanidad.

En fin, otra vuelta de la ficcionalización que es Don Quijote de la Mancha,su necesidad de ser otro idealizado y aceptado, sus imágenes, personajes, diálogos, dialécticas entre loco y rústico, parodias, cuentos e historias, con una pedagogía fabulosa, que expresan en toda su sutileza infinita y diversidad, la aparente alucinación que se infiltra y constituye en la realidad, la vida humana, transformándose mutuamente, con hidalguía caballeresca y se hace presente en todas las aventuras de vida, como imagen, deseo, ilusión, sátira, arreglando entuertos, creando nuevas sociedades, políticas, visiones, utopías, como las del creador de los Estados Unidos, Thomas Jefferson y sus Don Quijotes, en busca de la libertad como cuando Don Quijote le dice a Sancho Panza: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres"
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